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En el marco de la Barcelona Wine Week, que se celebra en Barcelona la semana del 6-8 de febrero, hemos compartido reflexiones sobre cómo actuar desde el mundo empresarial ante la emergencia climática. El sector del vino sufre ya las consecuencias del cambio climático con el adelanto de las cosechas, la pérdida de variedades o el cambio en la calidad de los suelos, entre otros efectos. Por ello resulta interesante debatir el papel de las empresas en la descarbonización de la economía.

Comparto algunas de las reflexiones comentadas.

Las empresas tienen un importante rol que jugar en la acción climática

La crisis climática es de tales dimensiones que no se puede resolver unilateralmente. Se necesita el apoyo de todos los implicados: gobiernos, empresas y sociedad (consumidores, ciudadanos…). Los mayores riesgos empresariales percibidos para los próximos 10 años, según el informe de  WEF, son riesgos climáticos. No se puede hacer negocios en un planeta y una sociedad que colapsan.

El futuro de las empresas, de la sociedad y del planeta están inevitablemente ligados. Las crisis sociales y medioambientales se suceden, tal como hemos visto con la pandemia, el conflicto bélico de Ucrania o los eventos extremos de cambio climático. Estas circunstancias han provocado ruptura de las cadenas de suministro, escasez de alimentos y grandes desastres humanitarios, que impactan en el funcionamiento de las empresas.

En este contexto, hay que repensar qué significa verdaderamente ser una empresa sostenible, es decir, aquella que crea crecimiento y valor para todas las partes interesadas.

Lo que parece claro es que, para tener éxito dentro de cinco, diez o veinte años, habrá que crear negocios más resilientes. Generar modelos de negocio que puedan funcionar dentro de los límites del planeta. Y eso significa que las empresas deben cambiar lo que hacen y cómo lo hacen.

 Las empresas tienen la capacidad de actuar y movilizar a toda la cadena de valor para contribuir a alcanzar el límite de 1,5ºC

 Las empresas tienen capacidad de innovación y credibilidad para desarrollar nuevas soluciones y tecnologías y movilizar flujos financieros. Tienen además la capacidad de actuar sobre toda la cadena de valor para impulsar su descarbonización.

La hoja de ruta climática para la empresa es la siguiente:

  1. Calcular la huella de carbono en sus tres alcances 1,2,3. Es el primer paso para saber de dónde partimos y visualizar los esfuerzos de reducción. El cálculo debe afectar a las emisiones directas e indirectas (alcances 1, 2) y también a las principales emisiones de la cadena de valor aguas arriba y aguas abajo (alcance 3). En el sector de gran consumo, las emisiones de alcance 3 pueden suponer más del 90% del total de emisiones, por lo que es importante considerarlas.
  2. Gobernanza. Diseñar la organización para la gestión de la acción climática, con el liderazgo del CEO e incentivos en el Consejo para conseguir objetivos ambiciosos.
  3. Objetivos y plan de reducción. Fijar objetivos ambiciosos alineados con el límite de 1,5ºC. Ya hay más de 3.000 empresas trabajando con la iniciativa Science Based Targets para reducir sus emisiones mediante el establecimiento de objetivos basados en la ciencia.

El plan de reducción debe incluir:

  • Compromiso claro de conseguir la neutralidad en el 2050 como máximo y estar alineado con el objetivo de no superar 1,5ºC.
  • Ambición para abordar toda la cadena de valor, incorporando el alcance 3 en los objetivos de descarbonización
  • Transformación. Transformación cultural y del modelo de negocio y compromiso de colaboración con partners y proveedores en la búsqueda de soluciones a escala.

Conviene empezar por reducir los alcances 1 y 2. Ello se consigue mejorando las fuentes energéticas, los combustibles usados, autogeneración con renovables, eficiencia energética, procesos productivos más eficientes, etc. Pero también debemos atacar la reducción del alcance 3. Las grandes bolsas de descarbonización para el sector del vino están en trabajar por una agricultura más sostenible, gestionar los envases, incidir en el trasporte aguas arriba y aguas abajo para hacerlo más sostenible e impulsar nuevos hábitos en el consumidor, como por ejemplo la reutilización. Y, además, colaborar con los proveedores en la búsqueda de soluciones conjuntas.

La regulación forzará el avance empresarial de la acción climática

Si no es por convicción, será por obligación. El contexto regulatorio ésta forzando la actuación climática de las empresas a través de la transparencia, con exigencias de reporting de información no financiera a incorporar junto a las cuentas anuales. Algunos ejemplos de desarrollos normativos actuales son:

  • La ley 11/2018 de información no financiera y diversidad, que hace obligatorio presentar un Estado de Información No Financiera que incluya las emisiones (al menos alcance 1 y 2 y el 3 recomendable) y sus objetivos de reducción, en compañías de más de 250 empleados.
  • La Ley de cambio climático, que demanda un informe anual sobre el impacto financiero de los riesgos asociados al cambio climático y solicita la estructura de gobierno, el enfoque estratégico y la huella de carbono en sus alcances 1,2,3 así como los objetivos de reducción.
  • La nueva Directiva de sostenibilidad corporativa de la UE, que afectará a más de 50.000 empresas europeas a partir de 250 empleados y que contempla al menos 17 indicadores climáticos, verificables.
  • El International Sustainability Standards Board. Los desarrollos internacionales del IFRS para la información de sostenibilidad apoyan la inclusión del alcance 3, cuando sea relevante, y solicitan amplia información climática a incorporar en las cuentas anuales.

El acceso a la financiación también impulsara la acción climática en las empresas  

En los últimos años, las finanzas sostenibles han cobrado un impulso considerable y han batido récords. El apetito generalizado de los inversores y el creciente interés de los emisores de bonos por los compromisos medioambientales y de sostenibilidad han impulsado este crecimiento.

Aunque este fuerte impulso de la financiación sostenible es alentador, se necesita una escala de financiación considerable. Limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados requerirá una inversión superior a 3 billones de dólares al año hasta 2050, según el IPCC.

Para redirigir los flujos financieros, la Unión Europea ha desarrollado una Taxonomía que crea un lenguaje común para invertir en proyectos con una incidencia positiva en el clima y el medio ambiente. Se solicita a las empresas que informen de su porcentaje de ventas, OPEX y CAPEX alienados con la taxonomía.

Asimismo, el Reglamento de divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector de los servicios financieros intenta clarificar las métricas necesarias para la evaluación de los resultados ESG de las carteras de fondos. Ello implica medir la sostenibilidad y la acción climática de las empresas en las que invierten.

Además, los bancos deben descarbonizar sus carteras de inversión si quieren cumplir sus propios compromisos de descarbonización. Esto implica que deben analizar los proyectos que financian, también bajo la lupa de la acción climática.

 Es necesaria la acción colectiva 

El espíritu de la acción colectiva debe ser fundamental para la descarbonización y la consecución de los objetivos Net Zero.  Ahora más que nunca, urge la colaboración estratégica entre los países y entre empresas e inversores de todo el mundo.

Es el caso de la Alianza Financiera de Glasgow para el Net Zero (GFANZ), que cuenta con más de 450 empresas del sector financiero mundial comprometidas con el Net Zero en 2050, que representan más de 130 billones de dólares en activos.

Las PYMES también necesitan un impulso colaborador con las grandes empresas y la administración para impulsar la acción climática. Así lo analizamos en el informe “Mediana empresa y descarbonización presentado en la COP 27 y publicado por el Foro de Sostenibilidad de EJECON, que colidero.

En el sector del vino, la iniciativa International Wineries for Climate Action (IWCA), cofundada por Familia Torres y Jackson Family Wines (EE. UU.), agrupa a bodegas de todo el mundo con el objetivo de acelerar la descarbonización del sector del vino.

IWCA cuenta con las bodegas con mayor compromiso ante la emergencia climática. Las empresas participantes comparten soluciones y conocimiento en torno a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a la vez que actúan como activistas climáticos dentro y fuera del sector. IWCA promueve la estandarización de los inventarios de emisiones de gases de efecto invernadero y la transparencia en su comunicación.

IWCA dispone de su propia certificación y ha conseguido varios premios, siendo la primera asociación en formar parte de la iniciativa de las Naciones Unidas Race to Zero.

En suma,

El abc de la acción climática para las empresas comienza por medir la huella de carbono. Con una gobernanza adecuada, esto debe permitir impulsar objetivos de reducción y contribuir a limitar el aumento de temperatura a 1,5ºC.

Es necesario actuar con urgencia para encaminarnos hacia un futuro más seguro. El camino está trazado y las empresas deberán recorrerlo… por convicción o por obligación. Unirse a iniciativas colectivas ya existentes es una buena forma de avanzar y aprender juntos.



Mariluz Castilla Porquet
Partnering for a Sustainable Future
Senior & Board Advisor
sostenibilidad@mariluzcastilla.com