En un momento convulso de alta inflación, precios muy volátiles de la energía, una guerra a las puertas de Europa y una cadena de suministro con rupturas constantes, se afirma que la sostenibilidad es un factor clave para el éxito empresarial. La sostenibilidad se está convirtiendo en un requisito higiénico, algo que se espera de todos los productos. En este sentido, cualquier cosa que no sea sostenible no persistirá.
Actualmente, se dan algunas circunstancias especialmente interesantes:
Gran impulso hacia Net Zero, aunque hay riesgo de greenwashing.
A medida que los peligros del cambio climático se vuelven más evidentes y urgentes, los inversores, clientes y reguladores están aumentando sus expectativas respecto a las empresas, exigiéndoles que fijen objetivos de reducción Net Zero de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y ofrezcan planes claros para alcanzarlos. El impulso hacia la reducción Cero Emisiones es innegable: casi el 90% de las emisiones globales tienen compromisos de reducción Net Zero, lo que equivale al 92% del PIB mundial. Actualmente, 128 países, 127 regiones, 247 ciudades y más de 900 empresas se han comprometido con los Objetivos Net Zero.
No obstante, surge un nuevo peligro, el greenwashing, y empiezan a despuntar los riesgos de litigación contra los Consejos de Administración que no cumplan con sus compromisos.
Alto nivel de inversiones hacia la sostenibilidad, aunque aún insuficiente.
El 65% de la inversión anual de capital se destina a activos de altas emisiones. Sin embargo, análisis recientes sugieren que en un futuro Net Zero a 2050, el 70% se invertirá en activos de bajas emisiones. Ya hay pasos que muestran el avance hacia ese futuro descarbonizado, como el compromiso de instituciones financieras responsables de más de 130 billones de dólares de capital que han declarado su compromiso Net Zero en sus activos para alcanzar 1,5°C.
Entre 2019 y 2022, se crearon 330 nuevos fondos de sostenibilidad, medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) e impacto. Los activos acumulados gestionados se triplicaron, pasando de 90.000 millones de dólares a más de 270.000 millones. De hecho, la financiación mundial de la lucha contra el cambio climático casi se duplicó en la última década, con un total acumulado de 4,8 billones de dólares comprometidos entre 2011 y 2020, lo que supone una media anual de 480.000 millones de dólares. Aunque la financiación de la lucha contra el cambio climático aumentó a una tasa media de crecimiento anual acumulativa (cumulative average annual growth rate -CAGR) del 7 %, los niveles actuales de incremento no son suficientes para hacer frente a un escenario de calentamiento global de 1,5 ºC. Necesitamos al menos 4,3 billones de dólares en flujos financieros anuales para 2030 (CAGR 21%) para evitar los peores impactos del cambio climático.
La inversión del sector privado está aumentando, pero no a la escala y velocidad necesarias para la transición.
Programas de apoyo gubernamental sin precedentes. Viene mayor regulación.
La tecnología climática está recibiendo un nuevo impulso gracias a los programas gubernamentales sin precedentes en Estados Unidos y Europa, que desencadenarán una avalancha de capital para abordar el desafío de alcanzar compromisos de emisiones netas cero para 2050.
La Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de EE. UU., aprobada el año pasado, destina más de 370.000 millones de dólares a financiar la mitigación del cambio climático.
El Pacto Verde de la UE podría dedicar potencialmente más de 1 billón de euros en fondos públicos y privados a la lucha contra el cambio climático. La UE ha presentado recientemente el Plan Industrial del Pacto Verde para competir con el plan del IRA y evitar que las inversiones verdes se vayan a los EE. UU.
En conjunto, todas estas medidas pueden abrir nuevas oportunidades para los inversores en un mercado que, según McKinsey, podría alcanzar entre 9 y 12 billones de dólares de inversión anual en 2030. Se habla de «La Gran Reasignación» de flujos financieros, con cierto paralelismo a «La Gran Renuncia» de personas tras la pandemia.
Por otro lado, también observamos una mayor exigencia regulatoria de transparencia ESG en los mercados y avances en la estandarización. Tenemos una nueva Directiva de Reporting de Sostenibilidad aprobada, con estándares en desarrollo más amplios y detallados en todos los aspectos ESG; una Directiva de Derechos Humanos que afecta a las prácticas de la cadena de suministro; informes de riesgos climáticos y nuevas directrices de reporting no solo europeas, sino también a nivel internacional.
No basta con articular una estrategia global. Las empresas tendrán que demostrar que están avanzando en la consecución de objetivos agresivos y proporcionar informes transparentes y completos. Cada vez más, los inversores esperan ver las métricas ESG no financieras totalmente integradas en sus informes financieros.
Ante este panorama, recientemente SUMA Capital organizó un debate magistral sobre Finanzas Sostenibles, en el cual tuve el placer de participar moderando una sesión con corporaciones. Durante el evento, se plantearon las siguientes reflexiones:
- Fernando Trias de Bes mencionó que la demanda de sostenibilidad surge de la aniquilación de valores en un contexto de mercados preponderantes. Añadió que una aproximación transformadora de la sostenibilidad producirá un cambio e impacto en el mundo.
- Juan Verde afirmó que el cambio climático no solo es real, sino que es la amenaza más grave para la economía mundial. Sin embargo, destacó que ya estamos en medio de una transición hacia un modelo de bajas emisiones y que circunstancias como la pandemia o la guerra solo están acelerando esta tendencia.
- Se comentó la importancia de respetar la neutralidad tecnológica para aprovechar todas las oportunidades que se abren con la transición ecológica. Se deben fijar objetivos, pero permitir que el mercado los alcance libremente. El plan RepowerEU propugna un amplio despliegue de renovables y la Comisión Europea propone un objetivo de energías renovables del 45 % para 2030, donde los biocombustibles y los gases renovables tienen también un papel que desempeñar en esta transición.
- Se necesita homogeneidad y capacidad de medición de los datos para avanzar en transparencia, especialmente en el alcance 3 y en la medición de la sostenibilidad en la cadena de suministro.
- Avanzar en sostenibilidad requerirá cambios en el modelo de negocio e involucrar al consumidor en la estrategia de sostenibilidad. Es decir, se necesita realizar una transición colaborativa. Aunque la sostenibilidad a veces puede resultar más costosa, se requerirá de innovación para responder al deseo del consumidor de vivir de forma más sostenible a un precio asequible. Esta respuesta contribuirá a la mejora de la competitividad y a la diferenciación de las empresas.
En resumen, la transición ecológica hacia la sostenibilidad ofrece oportunidades a las empresas y a los países para la reindustrialización. El marco regulatorio y de ayudas públicas sin precedentes está apoyando la transición y la seguridad energéticas. Asimismo, la tendencia hacia compromisos Net Zero y el gran impulso a la transparencia están acelerando este proceso. Tenemos por delante un futuro verde prometedor que no está exento de desafíos. Las empresas deben abordar cada decisión para calibrar la velocidad del cambio y los costes asociados, pero esta transición marcará el rumbo de la estrategia a largo plazo y de la supervivencia de las empresas.
Link a la jornada : https://lnkd.in/e4YQK-7w
Mariluz Castilla Porquet Partnering for a Sustainable Future Senior & Board Advisor sostenibilidad@mariluzcastilla.com